domingo, 18 de abril de 2021

LAZYNESS (2021)

        El objetivo de este ensayo es comprender la posición de Bertrand Russell en su artículo titulado Vagueness. Tal y como nuestro autor la define, la vaguedad se da cuando la relación entre un sistema representante y el sistema representado es one-many, es decir, cuando un solo término del primero representa varios términos del segundo. Por tanto, la vaguedad se da en la relación entre los dos sistemas, es decir, en el significado (meaning).

        Al añadir a esto la definición de conocimiento: “un hecho que tiene cierta relación con otro hecho”, comprendemos la relevancia fundamental que esta cuestión tiene para todo el ámbito del saber. De hecho, Russell llega a afirmar que toda proposición tiene cierto grado de vaguedad, en la medida en que está compuestas por palabras que, siendo “no-lógicas”, son vagas.

        Pero nuestro autor no se limita a mostrarnos el problema, sino que además nos da pistas sobre cuál cree que es la solución: no existiría el problema si el concepto de cada cosa fuera una idea precisa, es decir, si fuera verificable por un conjunto definido de hechos. Sin embargo, resulta evidente que, si intentáramos poner esto en práctica, nuestro lenguaje se volvería tan extenso y específico que perdería toda su utilidad.

        Esta dificultad fue planteada a Russell ya desde la primera lectura. Cuando presentó su artículo en la Jowett Society, F. C. S. Schiller respondió: Russell's cure for “vagueness” […] was that there should be distinctive words enough for every situation! A language […] would be composed entirely of noncewords, hapax legomena, and almost wholly unintelligible[ ].

        Me gustaría mostrar ahora un problema contemporáneo que creo que resulta análogo, el de las inteligencias artificiales. Concretamente, inteligencias artificiales diseñadas para ganar al juego de ajedrez. Pues bien, para que un ordenador o computadora pudiera vencer a cualquier maestro de ajedrez, lo único que necesitaría la máquina es tener en su memoria todas las posiciones posibles dentro de las reglas del juego, y saber cuáles son favorables para ganar y cuáles no. Parece que la solución es relativamente sencilla. Pero, con la excusa de que Russell prestó gran atención a las matemáticas durante buena parte de su carrera, vamos a comprobar si esto podría realizarse.

        Como explica Claude Shanon en su famoso trabajo Programming a Computer for Playing Chess[ ], en las posiciones típicas de ajedrez hay de media 30 movimientos legales que se pueden ejecutar. Esto significa que, al cabo de un turno de cada jugador, las posiciones posibles han ascendido a nada menos que 103. Si un juego típico se extiende durante unos 40 turnos, la máquina debería calcular 10120 posibilidades distintas. Y aunque el ordenador fuera tan rápido como para calcular una variación por microsegundo, calcular todas le costaría más de 1090 años. Es decir que la pobre máquina tendría que trabajar durante 7*1079 veces la edad en años del universo[ ]. De manera que considerar cada una de las situaciones de forma individual no es una forma realizable de resolver este problema.
De manera análoga, si intentáramos construir un lenguaje que abarcara precisamente todas y cada una de las situaciones, sujetos, objetos, movimientos, etc. no seríamos capaces de conocerlo al completo, y por tanto nos sería imposible usarlo con su pretendida precisión.

        A pesar de esto, no parece que la dificultad incomodara a Russell, pues “la aceptó alegremente”[ ]. Pero si esta dificultad no afecta en nada a la posición del autor, debe significar que la solución que él propone no es la de un lenguaje con un diccionario infinito y absolutamente preciso. Entonces, ¿cuál es la propuesta de Russell?

        En realidad, no nos da una respuesta concreta, pero nos muestra el camino: “la física, en sus formas modernas, suministra los materiales para resolver todos los problemas filosóficos susceptibles de ser resueltos.” La vaguedad de la propuesta resulta casi irónica, parece cientismo vacuo. Pero detrás de esta fachada positivista podemos encontrar la verdadera posición de Russell.

        La física estudia el comportamiento de la materia, energía, fuerzas, en el espacio y el tiempo; y, siendo así, su objetivo es el conocimiento del universo mediante leyes generales. Esta es la clave de la cuestión, “leyes generales”, pues esto choca directamente con la idea presentada más arriba del lenguaje infinito. Para las leyes generales que busca la física, la vaguedad no es un problema, sino que es el requisito fundamental. Si cada término en el sistema de una ley física no pudiera referirse a un género entero de términos del sistema de la realidad, no sería una ley general.

         Del mismo modo en que jugamos a ajedrez, comprendemos la realidad. No conociendo y clasificando todas sus partes individual y precisamente, sino generalizando y precisando solamente cuando debamos hacerlo en las situaciones prácticas. Quizá en su vaguedad no lo exprese exactamente así, pero esto es que Russell realmente desea transmitirnos.


1. F. C. S Schiller (1939) (343).s

2. Claude Shannon (1950). "Programming a Computer for Playing Chess". Philosophical Magazine. 41 (314).

3. Planck Collaboration (2020). "Planck 2018 results. VI. Cosmological parameters". Página 15, tabla 2 en Astronomy & Astrophysics. 641: A6.

4. Véase la nota 1

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